Experiencias cercanas a la muerte

¿Existe el más allá? Esta es una pregunta que todo ser humano se hace en algún momento de su vida. La respuesta la podemos abordar desde el punto de vista religioso, artístico, filosófico o científico.

En este artículo, nos vamos a referir a las llamadas “Experiencias cercanas a la muerte” (ECM) y su relación con la cuestión del “más allá”. Estas son vivencias claras y lucidas vividas por pacientes en estado crítico, e incluso declarados clínicamente muertos y en los que se logró revertir la situación, relatando luego lo vivido. 

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Dr. Gustavo Marcelo Porras

Las ECM son investigadas en diferentes Universidades de todo el mundo como por ejemplo en la Universidades de Virginia, Universidad de Southampton con su Estudio Aware, o los trabajos de Sam Parnia de la Universidad Estatal de New York, solo por nombrar algunos. En este artículo voy a referirme a mi experiencia personal y los relatos recogidos de pacientes graves asistidos a lo largo de 46 años.

Hay un número importante de enfermos que, después de pasar por momentos críticos en su estado de salud física, como son casos de graves traumas, paros cardio respiratorios, infartos masivos, intoxicaciones, explosiones, etc., una vez superado el trauma, relatan haber tenido “conciencia clara, lúcida y recuerdo de lo sucedido durante su asistencia y reanimación”.

Estas experiencias tienen muchos elementos en común entre individuos de distintas edades, religiones, nivel educativo y económico, y algo muy importante a tener en cuenta es que los relatos son similares. Los que vivieron estas experiencias dan detalles muy precisos de lo sucedido durante la reanimación en la sala de emergencias o el quirófano, a pesar de encontrarse en estado de coma o bajo anestesia.

 

Frecuencia de experiencias cercanas a la muerte

La frecuencia de estas experiencias varía mucho entre los distintos autores, pero podemos decir que son más frecuentes de lo supuesto, y que cuando se tienen en cuenta como posibilidad, e interrogados adecuadamente los pacientes y sin influenciarlos, entre un 30 y un 40 % cuentan haber vivido algún tipo de experiencias que a continuación vamos a sintetizar: 

  • Ver al propio cuerpo, sobre el que se está interviniendo, como si ellos flotaran desde fuera y más arriba del mismo. Saben que es su cuerpo, que son ellos, pero no sienten apego, temor ni miedo.
  • Sensación placentera de ingravidez.
  • Conciencia de que la vivencia es real y no un sueño o fantasía.
  • No hay dolor y en cambio sensación placentera.
  • Lucidez, claridad de pensamiento con comprensión de lo que está sucediendo.
  • Oír y entender lo que dicen las personas intervinientes e incluso capacidad para leer.
  • Sensación de paz y tranquilidad.
  • Algunos pacientes nos relataron que no “querían volver al cuerpo”, dada la paz y armonía que estaban viviendo.
  • No hay angustias ni tristeza y muchos enfermos nos han referido haber visto a seres queridos e incluso mascotas muertas anteriormente. En algunos casos cuentan haber mantenido diálogo con ellas.

     

Son muchas más las experiencias relatadas, pero solo indicamos las que creemos más importantes.

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No es el cerebro el único órgano de la conciencia

 

Algunos grupos de científicos, en especial aquellos que consideran que solo el cerebro es el órgano de la conciencia humana,  han intentado dar una explicación a estos fenómenos, postulando que podrían ser ciertas alteraciones en la electromagnetoquímica cerebral, y muchas otras teorías más. Pero en muchas ECM se constató la falta de actividad eléctrica del cerebro y el corazón. Pacientes que han estado con ambos oídos y ojos tapados han visto, oído, comprendido y recordado lo que sucedía y lo han podido relatar con máximos detalles.

 

Desde la Teoría Neuronal de Rio Ortega (Premio Nobel 1906), los trabajos de Brocca y Brodmann y sus continuadores se buscó explicar toda la actividad cognitiva del individuo por el funcionamiento del cerebro. Sin embargo, hay funciones que siguen esquivando una explicación “científica”, y que siguen siendo un misterio, como son las vivencias durante el sueño, las reminiscencias, la “conciencia de sí mismo”, el amor, la fe, la religiosidad, los recuerdos de vidas pasadas, y las ECM. 

 

Queremos llamar la atención sobre ciertas características de las ECM que indicarían que las vivencias no se realizan a través de las funciones cerebrales:

  • Se ven a sí mismos y al equipo de reanimación desde afuera y más arriba en la habitación, lo que excluye a los ojos, vía óptica y corteza cerebral como causa de las visiones.
  • Se escucha, se comprende y se recuerda lo que sucede a pesar de tener el electroencefalograma plano (no funcionamiento de la corteza cerebral) y/o los oídos y ojos tapados.
  • Una lucidez clara y coherente que no se corresponde con los estados de conciencia en las alteraciones del funcionamiento cerebral como son la obnubilación, el estupor o el coma.
  • Recuerdo vívido y ordenado de lo acontecido en el quirófano o el shock room, incluso con la memoria clara de haber leído en carteles, o placas de identificación de los profesionales.
  • Debemos tener en cuenta que las alucinaciones y/o fantasías son incoherentes, desordenadas, su recuerdo es parcial, fraccionado y sin relación con la realidad, lo que no sucede en las ECM.
  • Contacto con personas ya fallecidas que los tranquilizan, y en algunos casos han dado mensajes claros y precisos.
  • Alteración de la noción de tiempo y espacio. Visión de 360°.
  • Falta de miedo, angustia y/o dolor.

 

Sabemos que para que una persona este lúcida y coherente, según los parámetros de la clínica neurológica, su cerebro debe funcionar dentro de los estrechos parámetros de la homeostasis. Pues bien, en los casos de pacientes que vivieron ECM, la situación es crítica, y en algunos casos fueron declarados muertos, pero sin embargo una vez recuperados del grave trance, relatan vivencias conscientes, lúcidas, coherentes, y con claro recuerdo de lo vivido, lo que no es posible cuando está alterada la fisiología cerebral.

 

El cerebro (órgano misterioso y maravilloso) es como una “interface” entre la psique o alma de las personas y el cuerpo.

Podemos pensar que la mente, emociones y sentimientos funcionan en esferas y niveles más sutiles y “se expresan” a través del cerebro, tanto en el cuerpo como en el medio que nos rodea. De la misma forma, todo estímulo generado desde fuera del cuerpo, impacta a través del encéfalo en nuestra psique, pudiendo la misma atesorar el recuerdo y la experiencia.

El alma o psique, en aquellos momentos en que el cerebro deja de funcionar adecuadamente, se libera del cuerpo (se desprende de éste) despertando en su propio plano, pero en contacto aún con el cuerpo y el medio ambiente al no haber cortado por completo el sutil hilo que los une.

En este sentido, la conciencia es como un foco de luz que nos permite ver “aquello que ilumina”, sea en el plano físico, o en el mundo psíquico, es decir hacia donde la dirijamos es lo que vamos a vivenciar. 

 

Durante las ECM la conciencia no puede conectarse con el cerebro, que se encuentra gravemente alterado, despertando sentidos más sutiles y activos que pertenecen al mundo psíquico.

Pongamos un ejemplo que nos puede resultar útil para comprender la relación del cerebro con el alma del individuo: Nuestros teléfonos celulares tienen pantallas que les permiten reproducir imágenes, parlantes que emiten sonidos, memorias donde están archivadas aquellas cosas que queremos guardar, un procesador que lo torna “inteligente” para aquellas funciones que le fueron programadas, realiza tareas en forma autónoma, se conecta con el exterior (redes celulares) etc. Pero, hago una pregunta: cuando el teléfono reproduce un video de alguien que amamos, ¿quién es el que interpreta y vive la experiencia? ¿Es el teléfono o el operador del teléfono? Es decir que el teléfono es una interface que interconecta dos planos, la conciencia del operador, y el mundo de la realidad física material. 

Nuestros cerebros, a la manera del teléfono, son la interface o lugar de interconexión entre nuestra alma o psiquis y el mundo físico material.

La que “siente, interpreta y recuerda es el alma expresándolo a través del cerebro. Esta posibilidad nos permitiría entender las vivencias durante el sueño, las intuiciones, las reminiscencias y muchos otros misterios aún sin resolver.

Descontado que todo este proceso es mucho más complejo, pero sirve de ejemplo sobre cómo la “conciencia” puede vivir experiencias en diferentes planos.

 

Nunca vamos a encontrar lo que no buscamos y, a pesar de tantas actividades humanas que no se pueden explicar tan solo por el funcionamiento del

cerebro, es necesario investigar sin prejuicios y con la mente abierta sobre la importancia de la psique.

Las ECM ya demostradas como reales por el método científico, son una prueba de que el ser humano, si bien tiene un cuerpo que en algún momento va a cesar en sus funciones, tiene una parte que se encuentra más allá de las limitaciones de la materia, y que, en ciertas situaciones reversibles como son las ECM, se hace evidente.

Podríamos decir que la muerte física es tan solo un cambio de plano o nivel que realiza la conciencia para continuar la vida en otros niveles.

A la pregunta del inicio del artículo de si existe vida en el más allá, respondemos con un SI rotundo, agregando que la actividad consciente en esos planos es mucho más rica que en el mundo físico y que el gran desafío para las neurociencias y todas las ciencias conexas en el futuro, va a ser ampliar el horizonte de investigación y explorar nuevas realidades.

DR. GUSTAVO MARCELO PORRAS

Médico, especialista en neurocirugía

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