El problema de la “no equivalencia” en traducción

¿Qué hace un traductor cuando se enfrenta a una palabra o frase que no tiene equivalente en la lengua a la que traduce? Por ejemplo, ¿cómo traducir la palabra “whinge” al español? 

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Julian Scott

¿Qué hace un traductor cuando se enfrenta a una palabra o frase que no tiene equivalente en la lengua a la que traduce? Por ejemplo, ¿cómo traducir la palabra “whinge” al español? 

 

Whinge es una palabra que no sólo tiene un significado fáctico o neutro, como la palabra “camisa”, por ejemplo. También tiene un significado emocional o expresivo, ya que ‘whinge’ no es sólo quejarse, sino quejarse con persistencia y mal humor (Concise Oxford English Dictionary). Los diccionarios españoles suelen dar como traducciones las palabras ‘quejarse’ o ‘gimotear’, pero la primera significa simplemente to complain, con lo que se pierde el elemento expresivo, mientras que la segunda significa to whine (quejarse de manera débil o petulante), con lo que se produce un ligero pero significativo cambio de significado. En estos casos, suele ser inevitable que se produzcan algunas pérdidas, por lo que la traducción es más un arte que una ciencia. 

 

Otro problema al que puede enfrentarse el traductor es cuando un término neutro no tiene equivalente en la otra lengua. Tal es el caso del término inglés ‘airing cupboard’, que Cambridge Dictionaries Online define como “un armario con calefacción donde se pone la ropa, sábanas, etc. que se han lavado y están casi secas para que se sequen del todo”.  El Diccionario Avanzado Inglés-Español Vox ofrece la siguiente traducción: armario que aprovecha el calor de un termo de agua para secar la ropa. La traducción es muy exacta, pero mucho más larga y voluminosa y es sin duda por eso que el Diccionario Larousse opta por la traducción más corta armario para secar la ropa –pero aquí también ha habido una pérdida por traducción. La técnica utilizada por el diccionario Vox se denomina “amplificación”.

 

Además de estos casos de no equivalencia, también hay casos de “falsa equivalencia”, más conocidos como “falsos amigos”, que son trampas lingüísticas para incautos. Por ejemplo, “simpático” no se traduciría  como “sympathetic” (que tiene un significado muy distinto), sino como “likeable”, “friendly” o “nice”; y el español “sensible” (que significa sensitive en inglés) no equivale al inglés “sensible” (que significa persona con sentido común) -salvo en algunos contextos filosóficos-. 

 

El traductor siempre se esfuerza por minimizar las pérdidas de traducción, pero es igualmente consciente de la necesidad de producir una versión del texto en la lengua “objetivo” que suene como si hubiera sido escrita en esa lengua y, por tanto, no sea reconocible como una traducción.

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JULIAN SCOTT

Miembro del Institute of Translation and Interpeting
 
 

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