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La Economía global en el tercer milenio
Desde la economía clásica a la economía del bien común
Percibimos una tendencia en la orientación de los estudios sobre Comunicación, hacia la consideración de la importancia que juega la imaginación para simbolizar y dotar de sentido a sus acciones y comportamientos en la vida social.
Desde que comenzaron a formalizarse las Ciencias de la Comunicación Social, en el siglo XX, se fueron incorporando a las investigaciones numerosas perspectivas, provenientes de variadas disciplinas relacionadas con las Ciencias Humanas y Sociales, que han enriquecido una Teoría que trata de sistematizar científicamente un hecho característico del ser humano, desde el comienzo de su vida y de la sociedad. En los comienzos de las investigaciones se impuso el modelo lineal de Shanon y Weaver, basado en los procesos propios de las tecnologías de la transmisión y verificación del tránsito de la información en las máquinas. Poco a poco se fueron sumando los sociólogos, los psicólogos, los antropólogos y los lingüistas al estudio de la Comunicación Social y cada rama del conocimiento ha contribuido con sus aportaciones a resolver la complejidad del fenómeno comunicativo.
Es lógico pensar que tal diversidad epistemológica ha producido no pocas contradicciones y confusiones, aunque también muy animados debates y reflexiones centrados en desentrañar los matices del fenómeno comunicativo, bien destacando su funcionalidad para la supervivencia de la especie, bien para la producción de los “mensajes” y los códigos que se manejan, o en relación con los efectos que producen los medios de comunicación en las personas y sus costumbres, por citar unos cuantos ejemplos.
Percibimos una tendencia en la orientación de los estudios sobre Comunicación, hacia la consideración de la importancia que juega la imaginación para simbolizar y dotar de sentido a sus acciones y comportamientos en la vida social. Nos referimos a la capacidad humana de aportar sentido a sus acciones individuales y colectivas y envolver en símbolos tales significados, lo cual explica muchos comportamientos y reacciones que aparentemente pueden resultar incomprensibles.
En cuanto a su aplicación en los fenómenos comunicativos, la perspectiva simbólica nos resulta interesante para comprender a nuestras sociedades y los grupos que las integran, sus inquietudes y el modo de representarse el mundo.
Con este trabajo pretendemos interesar a los lectores en las ciencias de la Comunicación, en un mundo interconectado y mediatizado. Y lo haremos a través de la corriente de las ciencias sociales que se conoce como Interaccionismo Simbólico y la llamada Escuela de Palo Alto, que aplica este enfoque a la comunicación social. Ambas líneas de investigación se desarrollan a partir de la mitad del siglo XX, y siguen aportando nuevos hallazgos.
Los principales autores de esta corriente son Herbert Blumer, George Herbert Mead, Charles Horton Cooley y Erving Goffman. Comentaremos de manera breve algunas aportaciones de estos autores.
Según la formulación de Blumer, “si la conducta de las personas se halla vinculada al significado que tengan las cosas, lo que signifiquen las cosas para el sujeto, va a depender de su interacción social con otros actores de su entorno y, en definitiva, de los significados aprendidos en su experiencia social interactiva”.
Las tres premisas básicas de este enfoque son las siguientes:
Se consideran tres tipos de objetos que pueden transmitir significados, o dicho de otra manera, que pueden ser utilizados como símbolos:
De estas premisas se extrae que el análisis de la interacción entre el sujeto y el mundo parte de una concepción de ambos elementos como procesos dinámicos y no como estructuras estáticas
El individuo es capaz de una experiencia singular, única, que su historia vivida traduce y está sometido al mismo tiempo a las fuerzas de la nivelación y la homogeneización de los comportamientos. Esto no quiere decir que no pueda modificar a su vez dichos significados, pero para que sirvan para la comunicación deben ser compartidos socialmente.
Como hemos visto, se destaca la naturaleza simbólica de la vida social, de tal manera que las investigaciones van encaminadas a estudiar la interpretación por parte de los actores de los símbolos nacidos de sus interacciones. Lo cual significa que las relaciones entre los seres humanos crean y modifican el orden simbólico de manera continua.
El lenguaje, como vehículo de comunicación, en cuanto sistema de símbolos, juega un papel fundamental en los procesos de interacción y relación, pues los actos, los objetos y las palabras existen y tienen significado sólo porque han sido o pueden ser descritos mediante el uso de las palabras.
En este punto, hay que destacar el concepto del “Self”, o “sí mismo”, que propone George Herbert Mead, en el sentido de la capacidad del ser humano para considerarse a sí mismo como objeto y sujeto a la vez. Mead destacó la importancia de lo social en el desarrollo del “sí mismo”, pues tenemos la capacidad de ponernos en el lugar de los demás y captar lo que harían o dirían. De tal manera que inconscientemente nos adaptamos a las conductas de los otros y a la vez somos capaces de modificar nuestras conductas.
Goffman, por su parte, considera a la vida social como un escenario en el que se presenta una pieza teatral, a la manera griega, en la que los personajes portan máscaras. Esta alegoría sirve para desempeñar los diferentes roles, produciendo apariencias e impresiones mediante sus actuaciones. A lo largo de la investigación, el contexto entendido como escenario social y las acciones que se producen en él están determinados recíprocamente y conectados entre sí.
Las investigaciones de esta corriente recurren al método etnográfico, característico de la Antropología Social y Cultural, especialmente la observación participante, tratando de descubrir el sentido de las relaciones e interacciones de los individuos entre sí, dentro de su entorno natural, o marco de su existencia. Los datos obtenidos se analizan y verifican con observaciones posteriores y plantean la posibilidad de su interpretación según el modelo que se propone.
El método etnográfico parte de las siguientes premisas:
Erving Goffman fue autor de muy citados estudios sobre el comportamiento de las personas en la vida cotidiana y en público, sobre los estigmas como identidad deteriorada y otros. También destacó la importancia de los rituales en la vida de los seres humanos, como modo de ordenar los actos y los gestos. De manera natural, aún en la vida cotidiana establecemos pautas de comportamiento ritualizadas, que nos sirven para expresar quiénes somos, a qué cultura pertenecemos y el lugar que ocupamos en la escala del poder.
Para este autor los rituales son actos comunicativos que se basan en un todo complejo de símbolos que a su vez transmiten a los otros lo que pensamos y sentimos
La Escuela de Palo Alto, también conocida como “Colegio Invisible”, por tratarse de un grupo de investigadores de diversas disciplinas, es una manifestación de este intento por considerar a la comunicación, antes que nada, como interacción social, entendida como intercambio de significados. La escuela toma su nombre de una pequeña ciudad cercana a San Francisco, lugar de gran actividad intelectual durante los años 60.
Los autores más representativos de la Escuela de Palo Alto son Gregory Bateson, Paul Watzlawick, Edward T. Hall y Don Jackson, entre otros. Las propuestas de los autores, confluyeron en una visión interdisciplinar de la comunicación, lo cual queda demostrado en su voluntad de elaborar una teoría general de la comunicación humana que pudiera ser aplicada en contextos tan distintos como la psicoterapia y el sistema familiar, entre otros temas.
Para explicar la acción de la comunicación social recurren al llamado “modelo orquestal”, presentándolo como un fenómeno complejo, en el que intervienen numerosos factores, frente al modelo lineal de la comunicación que entiende el proceso de un emisor que envía un mensaje a un receptor por medio de un canal, en una sola dirección. En cambio, consideran que “el concepto de comunicación incluye todos los procesos a través de los cuales la gente se influye mutuamente”, en palabras de Bateson y añade: “la comunicación es la matriz en la que se encajan todas las actividades humanas”, en el sentido de considerar a la comunicación en un marco holístico, como fundamento de la actividad humana.
Las propuestas fundamentales de la Escuela de Palo Alto se resumen a partir de los Axiomas de la Comunicación, elaborados por Watzlawick, Jacskon y Beavin en su obra “Teoría de la Comunicación Humana”:
– Es imposible no comunicar, por lo que, en un sistema dado todo comportamiento de un miembro tiene un valor de mensaje para los demás;
– En toda comunicación cabe distinguir entre aspectos de contenido o semánticos y aspectos relacionales entre emisores y receptores;
– La definición de una interacción está siempre condicionada por la puntuación de las secuencias de comunicación entre los participantes;
– Toda relación de comunicación es simétrica o complementaria, según se base en la igualdad o en la diferencia de los agentes que participan en ella, respectivamente.
Como dice Rizo[1], “Lo interesante de las aportaciones del Interaccionismo Simbólico y la Escuela de Palo Alto es que ponen en evidencia la importancia de retomar y de hacer observable la comunicación atendiendo a su significado originario: la puesta en común, el diálogo, la comunión”.
Las aportaciones del Interaccionismo Simbólico y la Escuela de Palo Alto a la comprensión de la comunicación se resumen en considerarla como la base de la interacción social y, de este modo, como fundamento para la construcción del mundo social. Sin comunicación, dirían los autores de ambos enfoques, no se puede hablar de sociedad.
[1] Rizo, M.: El interaccionismo simbólico y la Escuela de Palo Alto. Hacia un nuevo concepto de comunicación. Portal de la Comunicación InCom-UAB · Lecciones del portal 8
Bibliografía
Bateson, G. (2011): Espíritu y Naturaleza. Amorrortu. Buenos Aires
(1993): Pasos ulteriores hacia una ecología de la mente. Gedisa. Barcelona
(2013): El temor de los ángeles. Epistemología de lo sagrado. Gedisa. Barcelona
Blumer, H. (1984): El Interaccionismo simbólico, perspectiva y método. Hora, S.A. Madrid
Goffman, E. (1963): La identidad deteriorada. Amorrortu. Buenos Aires
(1963 y 1972) ): La presentación de la persona en la vida cotidiana. Amorrortu. Buenos Aires
Mead, G. H. (1983): Espíritu, persona y sociedad, Paidós, Buenos Aires
Rizo, M.: “El interaccionismo simbólico y la Escuela de Palo Alto. Hacia un nuevo concepto de comunicación”. Portal de la Comunicación InCom-UAB · Lecciones del portal 8. Universitat Oberta de Barcelona.
Watzlawick, P (1993): Teoría de la Comunicación humana. Ed. Herder. Barcelona
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Mª DOLORES F. FÍGARES
Periodista, licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, y doctora en antropología, por la Universidad de Granada.
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